1. Tómate el tiempo para entender lo que estas sintiendo
Si el conflicto no demanda una atención inmediata, procura buscar un lugar donde puedas estar tranquilo.
Respira pausadamente e intenta reconocer alguna de las emociones básicas que hemos mencionado.
Es importante que no emitas juicios de valor como “no debería sentir esto”, recuerda que es una reacción involuntaria, simplemente valídalo para ti mismo.
Posteriormente decidirás si es conveniente expresarlo y cómo hacerlo.
2. Aprópiate de lo que sientes
Un error muy común es utilizar el argumento de “tú me haces sentir así”.
Esto normalmente genera discusiones porque niega nuestra responsabilidad personal.
Hay que reconocer que, independientemente de la conducta de los demás, son nuestros pensamiento e interpretaciones subjetivas lo que provoca nuestras emociones.
Es mejor utilizar “cuando tú haces esto, yo me siento…”.
3. Utiliza las palabras adecuadas
Si utilizamos verbos sensitivos como: “noto”, “percibo”, “siento”; no nos rebatirán las cosas rápidamente, porque se refieren a un estado interno personal.
Sólo tú puedes saber cómo te estás sintiendo. Procura ser preciso en lo que comunicas.
Decir: “me siento bien/mal” puede transmitir una idea confusa acerca de tu estado anímico.
Es de mucha ayuda que señales el nombre de la emoción que identificaste, o al menos lo más cercano posible.
4. Analiza el contexto
Para este punto es necesario el uso de la empatía, es decir, tratar de entender las emociones del otro.
- Si necesitas transmitir algo que crees que tendrá un fuerte impacto emotivo en la otra persona, definitivamente no lo hagas en momentos y lugares inoportunos, como cuando esté al volante o esté a punto de irse a un compromiso.
- Mientras más delicada sea la información, más importante es que se encuentren en un ambiente relajado y con la posibilidad de profundizar en la situación.
- Si no es el momento adecuado para hablar, no permitas que pase el tiempo indefinidamente, trata de propiciarlo tú mismo.
5. Permítete vivir tus emociones
Ríe a carcajadas, llora tu pena, expresa tu enojo con actividades que no dañen a otras personas o a ti mismo.
Hazlo de acuerdo a tu personalidad y a tus convicciones, pero puedes estar seguro que es un paso al frente para una vida más plena y de calidad.
Éstas estrategias son útiles para la regulación emocional y, combinadas con la asertividad, promueven relaciones interpersonales sanas y funcionales.
Lee mi artículo: “Asertividad: La mejor forma de comunicación”
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